Siempre
es difícil despedir a un compañero, pero en tu caso Joaquín es mucho mas duro.
Por
desgracia nos estamos acostumbrando demasiado a que esta odiosa enfermedad se
lleve a familiares, amigos y compañeros. No hay palabras que puedan consolar a
tu familia porque, como todos los que te conocimos, no entendemos lo injusto que
ha sido todo.
Porque
es muy injusto que una persona que pasa por la vida con tu talante nos deje
así. No quería entrar en el “que bueno eras”, pero que narices. Siempre tenías
una buena palabra para todos, siempre trasmitiendo esa sensación, de generar en
tus compañeros y compañeras la confianza de contarte todo, de hablar contigo como
con un buen amigo.
Estos
últimos meses, a pesar de “pesarte el mundo”, siempre tenias una sonrisa para
los demás. Me quedo con lo que se adivinaba en tus conversaciones, como tratabas
de decirnos como equivocamos a veces lo que realmente importa.
Gracias
Joaquín.
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